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¡Precaución, salud y buena caza!

En este mes, nuestros montes susurrarán música al compás de caracolas y ladras. Comienza, en la mayoría de las Comunidades autónomas, la temporada general de caza y, con ella, las monterías.
Desde Cinegética-SCI queremos recordar la importancia de la precaución y buen hacer en las monterías. Toda precaución es poca, por lo que os dejamos algunos consejos básicos para que las monterías terminen con tranquilidad y sin sustos o desgracias. Debemos ser conscientes que en el campo no estamos solos y la seguridad es fundamental.
En el puesto estaremos atentos, manteniéndonos en alerta el mayor tiempo posible y evitando hacer ruidos que puedan delatar nuestra presencia.
Si escuchas llegar al animal, estarás preparado para cuando salte al cortadero, siendo muy difícil que te gane la mano. El oído es siempre fundamental en la montería y el éxito en el tiro depende en buena parte de él.

Las precipitaciones no son buenas, teniendo la mayoría de las veces un resultado negativo y haciéndonos perder la que seguramente es la única posibilidad de toda la montería, pues tan sólo en raras ocasiones se nos presentará la posibilidad de tirar varias veces en la misma postura.

Una vez que tenemos metido en el visor al animal, hemos de tener siempre en cuenta que en el monte hay mucha gente, otros monteros, perreros, guías, muleros, etc., de manera que antes de apretar el gatillo tenemos que estar plenamente seguros de que no hay ningún peligro.



Nunca dispararemos al viso, pues debemos tener en cuenta que no sabemos lo que hay detrás, pudiendo ocasionar un gravísimo accidente, por eso siempre se ha de disparar enterrando la bala, es decir, que si fallamos vaya a parar a un lugar en el que no ofrezca peligro, sabiendo en todo momento qué lugar es ése.

Otra de las normas elementales de seguridad es la de no disparar nunca hacia el monte que se está batiendo y no tirar al tarameo o movimiento de la vegetación, ya que puede tratarse de un perro o, lo que es mucho peor, de un perrero u otra persona que por el motivo que sea se encuentra en el monte.

Siempre debemos estar plenamente seguros de que estamos disparando sobre una res y hasta que no la veamos y la identifiquemos plenamente no deberemos apretar el gatillo.
Por el momento, sólo nos queda esperar disfrutando de nuestros montes, impregnándonos de sus olores y colores, latiéndolos, y respetándolos. Y por supuesto, cazándolos. Eso sí, con mucha precaución.

¡Salud y buena caza!


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